Los libros no están hechos para que uno crea en ellos,
sino para ser sometidos a investigación.
Cuando consideramos un libro,
no debemos preguntarnos qué dice, sino qué significa
Umberto Eco
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Estimado lector, gracias. Las advertencias para que la ciudadanía se mantuviera alerta, tomaran sus previsiones, no bajaran la guardia ante este terrible virus, se lavaran las manos y conservaran la sana distancia, de preferencia no abarrotaran los centros vacacionales estuvieron ahí, después de un año de indomable pandemia parece que muchos no aprendieron la lección o están hartos del encierro, estamos solos como sociedad para enfrentar al Covid-19, más de 209 mil familias enlutadas y todos resintiendo la crisis.
A lo anterior se suma que el fin de semana pasado la Secretaría de Salud dio a conocer que en 24 horas se acumularon 209 mil 212 decesos por coronavirus, y que esta cantidad se debía a un “cierre de información” pues corresponden al año 2020 y que no se tenían confirmados a través la prueba PCR.
Estamos entrando a lo que han llamado la tercera ola de contagios y muertes por el SARS-CoV-2, ante esto no se puede ser optimista, aunque el discurso oficial que sale de Palacio Nacional nos dice lo contrario, pese a que ya sabemos que el Pejelagarto está convertido en una máquina de mentiras, algo así como 45 mil en 28 años de administración. Quizás las más dolorosas, mentir con la cifra de contagios y muertes, que nadie se quedaría sin una cama de hospital y lucrar electoralmente con las vacunas que se han tardado en llegar.
Para muchos y me incluyo, López Obrador esta convertido en un personaje irreconocible, le destila la furia y no aguanta la crítica, supura frivolidad como Fox, Calderón y Peña, aunque se pone el manto de ser el presidente más humanista que ha tenido el país, se martiriza para beneplácito de sus súbditos, no sin antes atacar al que se le venga en gana para eclipsar sus malas decisiones, pero la realidad tarde o temprano se nos estrella en la frente y, sino que les pregunten a sus antecesores.
En ese contexto, la semana pasada López nos regaló un arranque de intolerancia, uno más a su larga lista. A pregunta expresa de un colega del Periódico Reforma, con el que trae un pleito casado pues lo ha llamado “pasquín inmundo”, dijo que no se vacunaría a los médicos que trabajan en el sector privado, que esperen su turno, como si en hospitales de ese sector no se combatiera el letal virus.
No es la primera vez que a López lo traiciona el inconsciente haciendo comentarios clasistas, insisto aunque pregone con la Biblia en una mano y un diablo en la otra, su animadversión por los que más tienen es evidente, como si no fueran mexicanos, pero el tema central es el personal de salud que no labora en sistema público, no todos trabajan en hospitales de lujo como en el que se atendió sus problemas cardiacos el inquilino de Palacio Nacional, no, hay otros que lo hacen en clínicas y consultorios de los barrios y pueblos que fueron utilizados por la ciudadanía ante la saturación.
Solo por poner un ejemplo, en un consultorio de Similares, una doctora que conozco ha detectado varios casos sospechosos de Covid-19, y es que la consulta cuesta entre 30 y 50 pesos… ¿esos médicos que también se la juegan no tienen derecho a ser vacunados? Ellos también han sido víctimas y han jugado un papel importante. En el mismo caso se encuentran los odontólogos que tienen que atender emergencias… ¿esos tampoco lo merecen?
Lejos de encontrar respuestas a su petición justa, han encontrado confrontación con el humanista que esperaba el país, cómo estaremos que parece que el líder supremo decide desde quien vive y quien muere. Aunque los Servidores de la Nación, esos si están vacunados… pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
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Hasta la próxima.