Allí donde habla el corazón,
es de mala educación que la razón lo contradiga.
Milan Kundera
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Estimado lector, gracias. No hay duda que estamos en un gobierno de un solo hombre, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha concentrado todo el poder como en los 70. El tabasqueño se ve incansable en aquello de la confrontación, así entiende la política, siempre como opositor y sin hacer cambió alguno llegó a Palacio Nacional con la guadaña bien afilada para cortarle la cabeza políticamente a todo aquel que se atreva a criticar, cuestionar su palabra, eso sí, pregonando que “por el bien de todos, primero los pobres”, pero sus resultados están a la vista.
No le gusta que le llamen caudillo, pero así se ha movido la “izquierda” mexicana desde la elección de1988 en que se enfrentaron a Carlos Salinas de Gortari. El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano tomó ese papel en dos elecciones más junto a Porfirio Muñoz Ledo del que se confrontaron en el año 2000, claro por la candidatura presidencial. Muñoz Ledo fue abanderado del PARM y luego declinó con Vicente Fox Quesada, en esos entonces López Obrador ya se construía su carrera al lado de estos dos.
Según el diccionario define al caudillo en dos acepciones. La primera, como una “persona que guía y manda a un grupo de personas, especialmente a un ejército o gente armada”. La segunda, como un “título con que se adaptó en español la voz alemana de führer y la italiana duce”. La verdad es que cualquiera de las dos le acomoda a López Obrador, es un caudillo al mando de los suyos, no se ha comportado como presidente, se acuerda de la investidura presidencial únicamente cuando le conviene, a los demás pues los manda ¡al carajo!
Han pasado 33 años desde que los partidos de izquierda lograron amalgamar el Frente Democrático Nacional que abanderó a Cárdenas, ahí estaba Porfirio, Ifigenia Martínez, Rosario Ibarra de Piedra, Heberto Castillo y muchos más. Mientras que López Obrador militaba en las filas del PRI en su natal Tabasco, fue hasta un año después que se integró a lo que sería el PRD, donde recibió apoyo y llegó a ser el dirigente nacional, jefe de Gobierno del DF y candidato presidencial en 2006, 2012 y 2018.
Si alguien lo conoce porque fueron parte de su hechura como caudillo son Cárdenas y Muñoz Ledo, el primero de 87 años y el segundo de 88 años. En los últimos días estos dos personajes han tomado los reflectores, han dado varias entrevistas y a pesar de tener divergencias en su pensamiento, se dicen preocupados por lo que está sucediendo en el país, la parte económica, energética, de inseguridad y la corrupción de los cercanos de quien afirma categóricamente que terminó con ella.
Ninguno de los dos entiende lo que es la 4T que detectan como algo inexistente, un vacío y sin cuerpo, una mera narración que busca construir solo una fantasía, incluso Muñoz Ledo se atreve a decir que los colaboradores más cercanos de López, les han hecho una lobotomía. Cárdenas por su parte pide que le explique a que se refiere eso de la Cuarta Transformación, les ha dicho que se corre el riesgo de que sea un sexenio perdido, y como no hay freno para allá vamos.
Con estos hay más pobres, 10 millones nuevos por lo menos, los muertos por la pandemia, un déficit en la creación de empleo, se ahuyenta la inversión, se mandan señales negativas al extranjero, se desprecia a la ciencia, tecnología y en general el conocimiento, mientras se privilegia la política de un solo hombre, de un caudillo que divide, que confronta y atropella a la Constitución porque así entiende que debe ser.
No se debe echar en saco roto lo que estos octogenarios políticos advierten sobre López Obrador, lo conocen y aunque en el caso del ingeniero pretende ser diplomático no ve un futuro alentador, el otro, Porfirio, hasta levantamientos puede ver… pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
En el tema de la tragedia de la Línea 12 del Metro, nada le sale bien a Morena, ahora el diputado local Jorge Gaviño Ambriz retó a Marcelo Ebrard y a Claudia Sheinbaum para que renuncien los tres y debatan de origen el problema, la respuesta, un silencio sepulcral.
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Hasta la próxima.