Por Lourdes Rodríguez Salcedo
Tras el estreno del documental mexicano A MORIR A LOS DESIERTOS en la VI edición del Festival Internacional de Cine de Los Cabos y resultar ganador del Premio Art Kingdom .Por fin tendremos la oportunidad de Apreciar y conocer la vida íntima de las comunidades rurales mexicanas en la Comarca Lagunera, con sus preocupaciones, sus rituales comunitarios y la desolación económica y social que rodea cada aspecto de su vida cotidiana. A través del Canto Cardenche llamado así en alusión a un tipo de cactácea cuyas espinas lastiman más al sacarlas de la piel que al picarse con ellas, cuyos orígenes recuerdan al blues en Estados Unidos y que en nuestro país surgió en el siglo XIX como una forma de expresión musical de los leones de las haciendas algodoneras de la región. Se caracteriza por su estilo melancólico, que no requiere de instrumentos musicales, solo la armonía de quienes lo interpretan. Los temas principales que aborda con nostalgia y tristeza son el mal de amores, la tristeza y la perdida A partir de las historias personales de los Cardencheros de Sapioriz, en Durango, la cineasta catalana Marta Ferrer (El Varal, 2009) teje una bella narración sobre el poder de la música como puente generacional, bálsamo para el alma y patrimonio histórico y cultural de una región del norte de México. se sumerge en el día a día de Fidel, Guadalupe, Antonio y Genaro, los integrantes del grupo Cardencheros de Sapioriz. Quienes muestran sus esfuerzos por mantener viva esta tradición musical en las siguientes generaciones, su trabajo arduo en las maquiladoras de ropa, y las formas en que van enfrentando la pérdida de sus seres queridos e incluso la perspectiva de su propia mortalidad.
A MORIR A LOS DESIERTOS es un bellísimo, intimo, sublime y poderoso homenaje y testimonio del canto cardenche como parte importante y vital para mantener vivas nuestras raíces, tradiciones y legado cultural y social. Acercándonos a conocer, a identificarnos, a conmovernos no solo con el arte y las melodías si no con la inocencia, honestidad, autenticidad y humanidad de sus intérpretes. Destaca el diseño sonoro y una fotografía natural y clara, A través de largas tomas contemplativas de la vida cotidiana de Sapioriz, nos sumerge en un estado de paz en el que nada parece existir que sea más importante o significativo que los versos de un viudo para su amada Rosario, o una canción melancólica cantada junto a las vías de un tren que, simbólico, cruza la comunidad como el veloz e inevitable paso del tiempo. Es imprescindible verla, seguramente te llegara al corazón, despertando una oleada de emociones que te dejaran con ganas de disfrutar más de esta Oda musical.