Por Lourdes Rodríguez Salcedo
Dentro de los debuts en cartelera llega una propuesta de terror efectiva, cautivante y sorprendente gracias a Imagen Fimes , siendo la segunda realización del cineasta argentino Alejandro Hidalgo, luego de la muy elogiada la casa del fin de los tiempos que de forma ingeniosa y distinta entrega un retrato fílmico horrífico y reflexivo con una buena historia llena de metáforas profundas, sobre la culpa y la redención que despierta un debate en los espectadores. Protagonizada por María Gabriela de Faria, Will Beinbrink, Irán de Castillo y Joseph Marcell.
Trata sobre el padre Peter Williams, un exorcista estadounidense, quien hace 11 años participo en un exorcismo, sin el permiso del Vaticano, siendo poseído por el demonio que intentaba expulsar de una joven y por el que se ve obligado aparentemente contra su voluntad a cometer sacrilegio al dejar aflorar su más ardiente deseo sexual. Lo cual le causo consecuencias, buenas y malas, en su vida presente. Continúa ayudando a los miembros de su congregación, no solo en la parte espiritual sino dándoles comidas y medicinas a los pobres y niños en un pequeño pueblo de México, tratando de mantener su culpa enterrada bajo los trabajos de caridad. Pero pronto Peter descubre que el demonio ha regresado para continuar con el plan que tiene junto a sus huestes demoníacas, cuando recibe una llamada de la cárcel local, donde es requerido para asistir a Esperanza, una joven con problemas mentales acusada de matar a un hombre, pero que en realidad esta poseída. Mientras se desata una enfermedad mortal entre los niños del pueblo que son atacados por estos espíritus lacerando su piel y van cobrando vidas paulatinamente, lo que produce gran desconcierto en el pueblo y entre la comunidad religiosa que los resguarda. Para exorcizar a Esperanza Peter debe confesar su pecado y arrepentirse para estar listo para la batalla lo que le puede condenar no solo a un destino de excomunión, sino a sacrificar su fe, su hogar, su alma y la posibilidad de salvar a las personas que más ama una vez que se conozca el secreto que lo hila a los acontecimientos acaecidos antes, por lo que se encuentra en un dilema difícil de superar mientras el tiempo se agota y la maldad continúa avanzando en sus cometidos.
El Exorcismo de Dios es un drama de horror efectivo, arriesgado, y audaz, no para cualquiera, ya que al mismo tiempo que se inspira en los clásicos dentro del género les rinde homenaje, siendo verdaderamente innovador en formas inesperadas y transgresoras superando los límites y genera polémica. Con una narrativa en tono coherente, que mantiene el ritmo atraves de un guion bien trabajado que aborda con otro enfoque el tema del bien y el mal, el exorcismo, la lucha por la salvación, el dilema moral por hacer lo correcto, la religión, las actitudes de los que dirigen la Iglesia, y el poder de la verdadera fe y espiritualidad. el desarrollo de la historia es ameno debido al humor negro y los comentarios ácidos sobre México. Es una producción muy lograda a pesar, de su bajo presupuesto, crea buenas escenas de terror, algunas mejor que otras, desarrolla una atmósfera perversa donde destaca un Cristo y una virgen tan repugnantes como fascinantes, los efectos visuales y transformaciones impactantes. Resaltada por la fotografía de Gerard Uzcátegui, las locaciones de los lindos paisajes rurales de México, con locaciones en Tepoztlán donde se recreó parte del pueblo Nombre de Dios, y el impresionante ex convento del Desierto de los Leones y los decorados y estética delineada. Mención especial merece tanto el maquillaje de los personajes; no suman los constantes golpes de efecto y sonido. Las actuaciones son buenas, los interpretes logran entrar en su personaje manteniendo la personalidad de sus roles en todo momento. Resulta una opción interesante, que merece la pena darle la oportunidad de ver en la pantalla grande porque explora un lado distinto a lo que se ha realizado, despertando tu incredulidad y fascinación.