Por Palmira Flores García*
México se ha caracterizado a lo largo de los años por la diversidad tan inmensa y basta que se encuentra almacenada en su cultura y gastronomía. Al respecto, es gracias a la presencia de los pueblos originarios que se encuentran asentados en el territorio mexicano, que nuestra nación es reconocida a nivel mundial como una potencia que posee un enorme patrimonio cultural material e inmaterial invaluable.
El valor simbólico y tangible de los conocimientos que albergan las manifestaciones culturales de los pueblos originarios en nuestro país, representan la total identidad de las personas que conforman las diversas comunidades indígenas asentadas en él. Éstas proyectan conocimientos y prácticas ancestrales de gran valor que se pueden percibir a través de danzas, cantos, poemas, textiles y gastronomía.
Con relación a esta última, se demuestra la gran variedad de especies vegetales y animales que se encuentran a lo largo y ancho del territorio mexicano. Así mismo, esta multiplicidad de flora y fauna permiten identificar a cada uno de los 68 pueblos originarios que conforman la población indígena en nuestro país. Cada pueblo y comunidad indígena posee dietas muy específicas que son determinadas por las condiciones de suelo y clima que hay en su territorio. Esto a su vez, establece las características físicas y condiciones de salud de la población indígena que se encuentra en determinada zona. En ese sentido, podemos decir que cuando hablamos de gastronomía indígena se relacionan distintos elementos que permiten comprender la forma de vida de las comunidades. He ahí la importancia de la gastronomía indígena en México.
Por ello, podemos entender así que la cocina tradicional de los pueblos originarios conjunta distintos elementos y saberes sobre la naturaleza, el entorno y las personas que lo habitan.
Los platillos tradicionales que conforman la gastronomía indígena tienen un sentido y un valor simbólico muy especial, siendo diferente según las épocas del año así como los motivos por los cuales se cocina. Por ejemplo, hay platillos que se hacen específicamente para rituales de agradecimiento o de petición de lluvias e incluso como ofrenda para los difuntos (el Patlache o Bolín). Hay otros que se hacen específicamente para las bodas o fiestas (mole de guajolote, masa de res), hay bebidas que sólo pueden ser tomadas por los abuelos o señores grandes en ceremonias importantes, etc.
Es este contexto donde la gastronomía indígena toma un sentido más profundo y simbólico en la vida de los pueblos indígenas, ya que es un conocimiento que ha permitido sanar enfermedades, es también un saber que ha posibilitado que la espiritualidad de las personas de las comunidades se refuerce, es un entendimiento que permite agradecer de manera especial a los dioses por las lluvias o por la fertilidad de los campos y los cuerpos de las mujeres. En pocas palabras, es un conocimiento valioso y con mucha historia que no puede perderse en el pasar de los años; sin embargo, a causa de la globalización y la celeridad de nuestros tiempos actuales, se encuentra en riesgo, incluso muchas de las plantas que se usan en la preparación de estos platillos y tés medicinales, han sufrido una explotación a causa del mal uso de información sobre sus propiedades y beneficios que dejan de lado la preparación simbólica y espiritual que tienen las poblaciones indígenas para poder hacer uso de ellas, convirtiéndose así en un producto más del mercado.
Es aquí donde las juventudes indígenas tenemos un papel importante en la preservación y transmisión de estos conocimientos, ya que cada día tendemos más a mirar hacia otros lados en busca de un mejor desarrollo personal, olvidando el simbolismo que hay en la preparación de platillos tradicionales que se consumen en determinados rituales o fiestas patronales del pueblo, por mencionar un aspecto de los tantos que hay en la vida comunitaria. Por ello, es importante acercarnos mucho más a los procesos que permitan adentrarnos en la profundidad de los saberes de nuestros pueblos y con ello poder comprender no sólo la utilidad que tienen los alimentos en el ámbito físico sino también simbólicamente en los rituales de tradición o fiestas patronales que realizamos como ofrenda a nuestros antiguos dioses o difuntos.
La mezcla de los conocimientos que las juventudes indígenas hemos adquirido en los espacios nuevos que los tiempos modernos nos ofrecen y de los saberes tradicionales que la gente mayor posee, podrían resultar de gran utilidad mediante el uso e implementación de nuevas herramientas digitales que documenten y almacenen toda esta información. En este sentido, la documentación de dichos saberes resulta hoy una forma muy efectiva de detener en el tiempo las palabras y memorias de la gente grande que es portadora de este valioso conocimiento.
Finalmente, resaltemos que gracias a los procesos organizativos que se da para la producción de estos alimentos (como lo es el lavar las hojas de tamal, cortar la leña, traer agua para el nixtamal etc.) las juventudes indígenas pueden apreciar y valorar la importancia que tiene generar comunidad ya que es aquí donde se aprende a tejer y a reforzar los lazos personales y donde además se adquieren responsabilidades importantes.
Sin duda tenemos una tarea difícil ya que nos toca profundizar en los conocimientos que se han ido perdiendo con la intención de preservarlos y difundirlos y a su vez, nos toca la ardua tarea de defender lo alcanzado ante un contexto sumamente globalizado y de total consumo. Por ello, en la medida que se siga conociendo lo diverso y lo valioso de la gastronomía indígena y de los saberes de los pueblos originarios en general, siempre habrá alguien con la disposición de aprenderlo y defenderlo.
*Palmira es una mujer indígena representante de la Comunidad Triqui en San Luis Potosí. Maestra en Asuntos Políticos y Políticas Públicas por el Colegio de San Luis A.C. y licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente es integrante de la Junta Directiva de la Unidad Especializada de Atención a Pueblos y Comunidades Indígenas del H. Ayuntamiento de San Luis Potosí. Es miembro de distintos cuerpos de participación como representante de los pueblos indígenas del municipio como lo es El Observatorio de Participación Política de las Mujeres del Estado de San Luis Potosí del CEEPAC, de la Comisión de Planeación y Apoyo a la Creación Popular del Estado de San Luis Potosí (CACREP) de la Secretaría de Cultura y el Consejo Consultivo Indígena del Instituto de Desarrollo Humano y Social para los pueblos y comunidades indígenas del Estado (INDEPI).
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