Siempre es mejor que la gente hable cara a cara,
con el corazón en la mano.
De lo contrario acaban surgiendo malentendidos.
Y los malentendidos, ¿Sabe?, son una fuente de infelicidad…
Haruki Murakami
Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez
Estimado lector, gracias. Ya sabemos de la obsesión del presidente Andrés Manuel López Obrador de contestar de todas, todas, en el pecado lleva la penitencia porque es ahí, en la calentura de la mañanera, donde se registran sus mayores resbalones y controversias que se pudieron evitar, desde su púlpito ofende a quien piense diferente, miente o dice verdades a medias, tanto que le llevan su cuenta y esta asciende a 56 mil 181 desde que comenzó el sexenio.
El contexto político se sigue poniendo álgido, que conste que son dos cosas diferentes que corren en el mismo sentido. Por un lado, la administración pública en la que el tabasqueño tiene resultados negativos, impera la corrupción, muertos por Covid-19 y el narcotráfico. Por el otro lado, lo político-electoral rumbo al 2024 y la pelea anticipada por la sucesión, si de algo sabe y se siente cómodo López Obrador es en campaña, aunque eso de gobernar se queda para después, en eso les lleva ventaja a la oposición.
La Fiscalía de la República (FGR) acusó a Ricardo Anaya de haber participado en una trama delictiva con el fin de entregar el petróleo mexicano a compañías extranjeras al decir que recibió casi siete millones de pesos para votar a favor de la reforma energética como diputado. Con 354 votos de legisladores del PRI, PAN, PVEM y Nueva Alianza se aprobó dicho proyecto, ¿La FGR irá por los otros 353 diputados?
Así el presidente convertido en jefe de grupo o líder de los morenos se enganchó en el anzuelo que le tiró Ricardo Anaya, ya llevamos cinco días con el tema como si no hubiera urgencias en el país por resolver, “López Obrador me quiere meter a la cárcel” dice el excandidato presidencial del PAN, el mandatario ya le respondió, le ha dedicado publicaciones en sus redes y hasta en fin de semana, ya le dijo que no le va a dar el gusto de convertirlo en un mártir de la polaca y de eso bien sabe el mandatario.
Obviamente tirar esas bolas calientes, se le revierten a la 4T y al inquilino del Palacio Nacional, pues ya le recordaron a sus familiares, pero no piense mal estimado lector, me refiero a sus hermanos que salen en videos metiéndose fajos de billetes calificados como aportaciones para el movimiento, pero la lista es larga y el primero en ella es el profe René Bejarano, Gustavo Ponce, Eva Cadena, Pío y Martín López Obrador, obviamente nadie se traga el cuento de que fue para salvar a México de la “mafia del poder” si no cambió nada.
Ya le toca a la Fiscalía General de la República armar las acusaciones pertinentes para que después se imparta justicia, lo mismo pasó en el 2018 cuando Enrique Peña Nieto y su procurador le bajaron puntos a Ricardo Anaya y la acusación de una bodega en Querétaro, insisto si Anaya debe algo que lo llamen a cuentas y de ser así que pague, pero esto tiene tintes políticos por los dos lados.
Hace más de un año escribí una columna dedicada a Ricardo Anaya, en ella mencionaba como este quería seguir el camino trazado por López Obrador para llegar a la presidencia. Así comenzó a recorrer el país, hacer videos, hablar con la gente, comer garnachas y subir fotografías, visitar fondas y hacer ese trabajo por tierra que no le gusta, se ve acartonado, incomodo y se cansó muy pronto. Ahora pretende emularlo como cuando Fox mandó a los diputados para desaforar a López. Pero Anaya no es López y está muy lejos de arrastrar a las masas como lo hizo el mesías tropical y que ahora como presidente se ha hecho pequeñito por seguir jugando al coordinador de campaña.
Esto se ve como un petardo más de la política mexicana que tiene que recurrir al escándalo y es para los dos bandos… Pero mejor ahí la dejamos.
Entre Palabras
En eso de hacer mayoría en la Cámara de Diputados, el Partido Verde va a vender muy caro su amor y los Morenos están habidos de caricias.
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Hasta la próxima.
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